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Si quieres mostrar el camino, ¡Anda en él!

El que recibe instrucción en la Palabra de Dios, comparta todo lo bueno con quien le enseña. Gálatas 6:6

Algunas veces me he puesto a meditar en las palabras del apóstol Pablo, cuando para exhortar  a los hermanos  de Corinto exclamó: «Imítenme a mi» (1 Cor.11:1). He llegado a pensar que hubiera sido muy osado al hablar así, si no estuviera a continuación la frase concluyente: «Como yo imito a Cristo». Es aquí donde  me lleno de admiración y de un profundo respeto hacia ese siervo de Dios vivo.

Amiga, ojala tú y yo pudiéramos decir lo mismo a los cientos de mujeres jóvenes que caminan por la vida detrás de nosotras: las niñas, las jovencitas, las madres y las recién casadas. Ojalá pudiéramos expresar algo semejante a lo que dijo Pablo, y no eso únicamente, sino decirlo  con la autoridad que nos da el hecho  de ser imitadoras de Jesús.

Lo que dará poder a nuestro liderazgo en el hogar, en la iglesia y en todo lugar, es mostrarnos como modelos dignos de imitar, y lo lograremos  cuando  nuestro modelo sea Jesucristo. Nuestra palabra tendrá poder cuando declaremos al mundo, con nuestros actos, que seguimos el ejemplo de nuestro  Dios en todas  nuestras actuaciones, sean  públicas o privadas.

En el laberinto de la vida, muchas  mujeres  marchan sin dirección.  Cuando hay confusión,  qué agradable es encontrar a alguien  que conoce  el camino  y lo puede mostrar a las que van detrás. Amiga, este es nuestro  ministerio. Debemos ser mujeres que, fieles al mandato divino, seguimos el consejo: «Enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas  a sus esposos,  para que no se hable mal de la Palabra de Dios. […] A los jóvenes, exhórtalos a ser sensatos.  Con tus buenas obras, dales tú […] ejemplo en todo» (Tito 2:3-7).

Indudablemente un gran  reto, pero también  una hermosa  oportunidad para testificar de lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas. El primer requerimiento del Señor para realizar esta tarea es mantenernos cerca de él con lazos inquebrantables de fe; esto nos permitirá  vivir con decoro, siendo ejemplo en conducta, en palabras y en actitudes. Solamente así  caminaremos tras las huellas del Maestro y seremos aptas para que nos sigan las que vienen detrás.

ERNA ALVARADO  es  especialista  en educación primaria   egresada de la universidad Católica de Chile. Se licenció en  psicología  educativa en  la universidad de Montemorelos. México y completó una  maestría en relaciones familiares en la misma universidad.

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