Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (S. Mateo 5:16).
Trabajaba en una oficina con personas jóvenes, la mayoría de 35 años, que recién habían formado o estaban por formar sus familias. Cuando dos de mis colegas quedaron embarazadas, nadie lo supo hasta que los embarazos se hicieron realmente visibles y ya no podían ser ocultados. Esto me pareció un poco extraño, ya que las dos deseaban tener un bebé y no había nada de qué avergonzarse. Por lo menos, no había razones para ocultar la felicidad a sus colegas en el trabajo.
Una de las mañanas, una de las mujeres me llamó para avisarme que llegaría un poco tarde, porque tenía un turno con el médico en el hospital. Dos horas más tarde, entró en mi oficina con una sonrisa diciendo: «Buenas noticias: ¡estoy embarazada!» Después de recibir mis felicitaciones y expresiones de gozo, recorrió todas las oficinas, contándole a cada colega la emocionante noticia.
Este incidente me hizo pensar. Había dos mujeres que vacilaban para compartir su gozo con los demás colegas. Pero esta otra mujer no lo pudo guardar para sí. Deseaba compartir inmediatamente la buena noticia con todos los demás.
¿No debería ser así cuando se trata de las buenas nuevas de la Palabra de Dios?
En Hechos 4 se nos cuenta que Pedro y Juan predicaban y enseñaban el evangelio donde fuera posible, y ganaban muchas almas. A los sacerdotes les disgustaba que hicieran esto «y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesucristo» (Hech.4: 18). Pero estos hombres, imbuidos del Espíritu Santo, dejaron en claro que no podían dejar de hablar de las cosas que habían visto y oído (Hech. 4:20). Por lo tanto, aunque no tenían permiso para contar al pueblo las buenas nuevas, ¡no podían cerrar sus bocas!
¿No es lamentable que nosotras corno cristianas que viven, la mayoría, en países donde está permitido proclamar el evangelio vacilemos al compartir las buenas noticias? Pidamos al Señor que nos ayude a ser valientes para compartir sus obras maravillosas con las personas que nos rodean … ¡dondequiera nos mande servirlo!
Daniela Weichhold