«Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen». Salmo 103:13.
Un niño llena la casa de ruidos. Se altera la rutina y la familia vive un ritmo distinto. He pensado que cuando uno se convierte en padre deberían hacerle llegar un decálogo que le indicara diez obligaciones básicas con la criatura que acaba de nacer. Lo siguiente es una idea de lo que podría ser aquel mandato, para no olvidar:
- No olvides que amar es expresar, de todos los modos posibles, que tu hijo es importante y fundamental. Amar sin decir «te amo» es vacío y sin sentido.
- Acuérdate de que tu hijo es un individuo con sus propias características personales; se parecerá a ti y a su madre, pero nunca será exactamente como eres. Recordarlo es fundamental para que no aniquiles la preciosa individualidad de la que está dotado.
- No olvides que, aunque lo llamas hijo y lo consideras tuyo, no es tu pertenencia. Es una visita bendita que te trae alegría, pero Dios algún día te pedirá cuentas.
- No olvides que también fuiste niño. Que tuviste que aprender errando y que muchos adultos tuvieron paciencia contigo.
- Acuérdate de que la enseñanza más valiosa no se da con sermones ni exhortaciones sino con el ejemplo, que es lo único que finalmente se recuerda y sirve. Si dices una cosa y haces otra, estarás siendo el peor modelo que un hijo pueda tener.
- Ama a su madre; es el mejor regalo que le puedes hacer a tu hijo. Que cuando recuerde su hogar, sienta que fue criado en un ambiente en el que el amor era la tónica y se respiraba aire de cielo.
- Medita día tras día en los pasos que has de dar en tu vida; porque, aunque no lo creas, tus hijos intentarán dar los mismos pasos por mucho que en algún momento no les guste tu forma de caminar por la vida.
- Admira la belleza de la naturaleza, practica la armonía de la bondad, busca la amistad que ennoblece y sé un amante de la verdad. Esas serán las armas que tus hijos usarán para defenderse de la maldad, la desarmonía, el odio y la mentira.
- No te alejes. Tus hijos necesitan que estés, que seas accesible y que tu cercanía sea el faro que los aliente a pedir ayuda cuando lo necesiten. Las raspaduras más difíciles de curar son las del espíritu, y solo podrás percibirlas si estás a un paso de sus vidas.
- Crea un ambiente de paz en tu hogar. Que tus hijos sientan que llegar a su casa es un remanso de tranquilidad en el que el amor, la alegría, la amistad y la cortesía son los pilares que le dan fuerza a todo.
¿Entiendes que sólo con Dios es posible esto? ¿Estás dispuesto a pedir sabiduría?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.