«Porque cada uno cargará con su propia responsabilidad». Gálatas 6:5 (RV95).
Muchos matrimonios tienen todas las posibilidades para ser felices, pero se enfrentan con problemas que no son capaces de solucionar, no porque no puedan, sino porque se quedan inmovilizados en la porfía, el orgullo y la apatía.
Cuando alguien llega al punto de decir que su vida matrimonial ya no tiene solución, verdaderamente no la tiene, no porque no exista una salida sino porque con su actitud se pone al margen de cualquier posibilidad de ayuda.
Vivir una vida matrimonial estable no es una cosa fácil; sin embargo, es posible. Para que se pueda construir un proyecto de matrimonio, tanto el varón como la mujer deben trabajar juntos.
En Latinoamérica y otros rincones del mundo, se suele asumir que la mayor responsabilidad para dar estabilidad a un matrimonio es de la mujer. De hecho, cuando una pareja fracasa, tradicionalmente se la juzga con mayor severidad. Sin embargo, dicho criterio no solo es malsano, sino también constituye una distorsión del verdadero sentido que tiene la pareja humana.
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Tanto el varón como la mujer tienen una responsabilidad compartida. No hay jerarquización de deberes, sino una relación basada en la mutualidad, en la que ambos comparten el deber de hacerse mutuamente felices.
Los varones son quienes tienen una necesidad mayor de aprendizaje en este sentido. Se considera que el matrimonio es cosa de mujeres o, al menos, no algo que competa directamente al varón. He escuchado a machos recios decir sin desparpajo:
-Ella es la que está preocupada por esas cosas; a mí, con trabajar me alcanza.
Es fácil que, en un esquema así, la masculinidad sea percibida como ajena, por esencia, al matrimonio.
Pero -por mucho que a algunos les pese- esta es una institución que no puede ser ocupación unilateral de la mujer. Es un deber de dos personas a quienes como en un edificio de dos pilares, les corresponde a ambas mantener en pie.
Cuando esto no se entiende, se crean las condiciones para la destrucción de la relación marital. La desidia y la indiferencia frente a esta responsabilidad son los elementos que crean el contexto para el fracaso.
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¿Estás haciendo tu parte en el mantenimiento de la relación? ¿Entiendes que eres tan responsable como tu cónyuge por mantener el vínculo?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.
Excelente lo que hacen uds. Dios los bendiga a todos.
Estimado Juan, muchas gracias. Bendiciones.