«El amor es sufrido, es benigno». 1 Corintios 13:4.
Una mujer estaba casada con un oficial de la marina estadounidense. Su vida transcurría entre la rutina de la casa y el trabajo. A sus 40 años, creía haber logrado la paz que todos buscan cuando se casan. No tenían hijos; sin embargo, estaban tranquilos, prodigándose amor uno al otro.
Un día, el esposo anunció que lo trasladaban a Japón. Debía ir por algunos meses. Si decidían dejarlo definitivamente, él la mandaría a buscar. Tras la partida, los primeros meses las cartas llegaban regularmente todas las semanas. Sin embargo, después de algunos meses, las cartas comenzaron a escasear. Hasta que un día llegó la carta devastadora. Él le contaba que había conocido a alguien, que se sentía muy solo, y que había decidido quedarse y quería el divorcio. Ella se quedó con la carta en las manos, sin atinar a hacer nada. Las lágrimas fluyeron espontáneas. Pasó varios días como aturdida, hasta que un día se armó de valor y escribió una carta. Le decía que su misiva había sido el dolor más grande que había recibido en su vida; sin embargo, sentía que había pasado momentos muy felices junto a él. Lo único que le pedía era que no perdiera contacto, que se siguiera comunicando. No serían esposos, pero él había sido su amigo; no quería perder la amistad que habían tenido sin sobresaltos.
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Poco a poco se reanudaron las cartas. Luego, llegaron las primeras fotos de los niños que nacieron. Un par de años después, llegó una carta que anunciaba que estaba muy enfermo. Luego, descubrieron que la enfermedad era terminal. Él volcó en las cartas sus miedos por sus hijos. Cuando ya era seguro que él iba a morir, ella le dijo que se haría cargo de los niños, si él quería.
Cuando él murió, ella recibió a dos criaturas que se convirtieron en su sombra. Sin embargo, con el tiempo entendió que no era justo criar a esos niños sin su verdadera madre. Leía entre líneas la angustia de ella, que había quedado en Japón y que vivía pendiente de sus hijos. Así que, contó su historia a un periodista, que la ayudó a conseguir una visa especial para que la mujer viniese a vivir con ella. El día que fue hasta el aeropuerto estaba nerviosa. Vio que salían todos los pasajeros. La última en bajar era una menuda joven que, en su rostro, denotaba preocupación. En ese momento entendió que, aunque ella estaba intranquila, aquella jovencita, que bien podría ser su hija, estaba aterrada. Corrió a abrazarla y, desde ese día, la trató como si hubiese sido su hermana menor. Al final de la historia, ella dice: perdí a alguien que amaba, pero recibí tres regalos para amar.
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Si esto no es amor verdadero, ¿qué es? ¿Estarías en condiciones de amar así?
PARA COMPRENDER ESTE GESO DE AMOR VERDADERO NO NECESITO SER CRISTIANO, NI MUSULMAN, NI DE NINGUNA OTRA RELIGION, SIMPLEMENTE EL SENTIMIENTO ME LO DICE MI CORAZON Y MI INTELIGENCIA CEREBRAL LO ANALIZA Y LO ACEPTA. TU RELIGION Y LAS DEMAS HAN COMETIDO EL CRIMEN MAS INMENSO DE LA HUMANIDAD AL IMPEDIR QUE EL SER HUMANO VIVA CON LA RAZON Y CON SU PROPIA INTELIGENCIA…Y PEOR AUN, LAS RELIGIONES TRAFICAN ESOS SENTIMIENTOS POR DINERO PARA ENRIQUECERSE MAS AUN. EL MEJOR EJEMPLO ES LA MAFIA Y LA CORRUPCION QUE VIVE DETRAS DEL VATICANO!
Bendito sea el Amor , que Creo Nuestro Padre Eterno, nada como el Amor …..