“Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12).
Es posible que la palabra “crisis” sea la que mejor represente el momento que el mundo está viviendo. Al escuchar este término, algunos piensan en el escenario político, en la corrupción o en la moralidad; pero la herida es mucho más profunda. Ella aparece en las hojas; pero en realidad, está en la raíz. El problema se origina en el rechazo gradual de los valores cristianos. La sociedad está recogiendo lo que ha plantado.
La Biblia nos ayuda a entender el origen de las crisis. El problema tuvo inicio en el cielo y, desde que vino a la Tierra, no para de empeorar. El apóstol Juan presenta el “ojo del huracán” de la crisis humana: “El diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis. 12:12).
No es difícil percibir los efectos cada vez más intensos de la furia desesperada del enemigo. Como resultado, la maldad avanza vertiginosamente. Las personas se equivocan y defienden lo que está mal como si fuera correcto. Cada uno se cree dueño de la propia verdad; pero, en realidad, están todos sin rumbo. El egoísmo está arraigado cada vez más fuerte en los corazones, y el resultado es una crisis sin precedentes.
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La actuación del enemigo es desenfrenada y produce rápidas transformaciones en el mundo. El terrorismo y el fundamentalismo religioso explotaron de un momento para el otro, y cambiaron el comportamiento global y la manera de ver las religiones. Estamos viviendo en medio de una revolución cultural, en la que las cuestiones sexuales y familiares dejaron de ser regidas por los parámetros bíblicos y pasaron a ser orientadas por los impulsos pecaminosos de la sociedad.
En el ámbito ecológico, el mundo va de mal en peor. Poco se hablaba sobre eso en el pasado, pero los daños fueron ampliándose y, de un momento al otro, el planeta se vio amenazado, y no hay consejo mundial capaz de solucionar el problema.
La crisis está fuera de control. Y ¿qué estamos haciendo nosotros frente a esta situación? Si el enemigo tiene prisa para lograr la perdición de las almas, ¿no deberíamos tener aún más prisa para anunciar la esperanza y la salvación?
Dios está buscando a personas que no tengan miedo de levantarse y enfrentar la crisis con esperanza. Permanece al lado de Dios y ayuda a quien esté a tu alrededor para quitar la mirada de las dificultades y colocarla en la eternidad.
Devoción Matutina Adventista

Amén, cuanta verdad!¡! El SEÑOR nos,de sabiduría y agallas para hacer lo correcto. BENDICIONES mis amados hermanos.
Querida Claudia, gracias por tu buen comentario, grandes bendiciones.