Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. Juan 11:25
El tifón Soudelor azotó la isla de Saipan mientras Kris Akenberger se dirigía a servir en una misión a través del Servicio Voluntario Adventista. Muchos de los isleños sufrieron, pero el desastre golpeó duramente a las personas más pobres. No tenían hogar, trabajo, comida ni esperanza. Kris narra lo que enfrentó en este contexto.
“Acepté un llamado para servir como obrero bíblico, pero cuando llegué a Saipán mi actividad se alteró temporalmente debido al desastre. Pasé los primeros dos meses ayudando al centro de Servicios Comunitarios Adventistas a distribuir alimentos y agua. Después del trabajo, visitaba a las personas para ayudarlas donde podía y oraba con ellas. Así conocí a Joel. Estaba con sus hijos frente a su casa destruida, colgando patas de vaca de un alambre y cocinándolas con un soplete. El hombre había obtenido la carne gratis de un matadero local. Era la única comida que pudo encontrar…
==> Continua leyendo este mensaje.
“Hablé con Joel por un tiempo y luego le di varias cajas de suministros de emergencia. Estaba muy feliz de recibirlos. Le dije que eran un regalo de Jesús. Visité a Joel con frecuencia durante las próximas semanas y nos hicimos amigos. Hablamos mucho de Dios y, cuando lo invité a estudiar la Biblia, aceptó con entusiasmo. Un día, Joel me dijo que pensaba que su vida ‘no era buena’. Ese hombre quería una nueva vida en Jesús, pero las cadenas del vicio y una vida de pecado no lo dejarían ir sin luchar. Sin embargo, gracias al poder de Dios, dejó de beber y se bautizó.
“La mayor dificultad surgió cuando Joel perdió su condición de trabajador contratado y se vio obligado a regresar a Filipinas. Allí enfermó, y murió inesperadamente. ¡No lo podía creer! Fue muy rápido. No podía entender esta situación y me preguntaba por qué Dios había permitido que esto sucediera. Más de un año después, un sábado estaba en la Iglesia Central de Saipan cuando una mujer sonriente y bien vestida se me acercó y me preguntó: ‘¿Es usted el hermano Kris?’ Se presentó como Vivian, la hermana de Joel, y me dijo que él había regresado a Filipinas como un hombre diferente. Uno de los últimos actos de mi amigo fue contarle a su familia que había encontrado a Jesús en Saipán. Joel aprendió que el Señor tiene una iglesia en los últimos días y que Cristo regresará pronto. Vivian había viajado a Saipan para aprender más sobre lo que había transformado la vida de su hermano.
“Un día veré a Joel, a Vivian y al resto de su familia en el Reino de los cielos, sonrientes y felices, para nunca más separarse. ¡Ven, Señor Jesús!”
Extraído de Matutina Adventista.