«El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.»
Romanos 12:9
El primer fruto del Espíritu es el amor. No es casualidad. Es la raíz que sostiene a todos los demás. El amor verdadero no es solo un sentimiento; es una decisión diaria de actuar con bondad, compasión y verdad, incluso cuando no es fácil.
Dios nos amó primero, y ese amor es el que ahora fluye a través de nosotros. Cuando vivimos conectados al Espíritu Santo, Él produce en nosotros un amor que transforma, que sana, que construye puentes y refleja a Cristo al mundo.
Esta semana, pídele al Señor que te enseñe a amar como Él ama. Que tu vida sea una carta abierta donde otros puedan leer el amor de Dios.
Permiteme dejarte uno versiculos de pruro amor:
«Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
En estos dias prometete: Ama con intención. Llama a alguien que lo necesite, perdona con el corazón, sirve sin esperar nada a cambio. Permite que el amor de Dios fluya a través de ti.
Rafael Arriaza : Adventista y Economista de U.Autonoma de Madrid