«La mujer ajena habla con dulzura y su voz es más suave que el aceite;
pero termina siendo más amarga que el ajenjo y más cortante que una espada de dos filos.
Andar con ella conduce a la muerte».
Proverbios 5:3-5.
El adulterio es una lacra en la vida de muchos matrimonios. Sus efectos perduran por generaciones. En algunos casos, con resultados terriblemente desastrosos en las vidas de las personas que sufren sus consecuencias.
Nadie se convierte en adúltero de la noche a la mañana. Es un proceso lento. Al comienzo, hay racionalización, y la persona se auto engaña creyendo que sus razones son buenas. En esa fase del pecado, cuando aún no se ha llegado tan lejos como para tener relaciones sexuales con otra persona distinta del cónyuge, se dan ciertas licencias, miradas, conversaciones con cierto grado de intimidad, fantasías, comparaciones con el consorte, etc. Poco a poco se produce un compromiso tal hasta que llega el momento en que la situación es tan comprometedora que no es posible dar marcha atrás.
El arrepentimiento en estos casos, tal como en el caso de David, no evita las consecuencias que se producen en sus vidas. Cuando Salomón escribe estas líneas dirigidas a su hijo, sin duda, tenía en mente los desastres ocasionados por la conducta de su padre en la vida de sus hijos, donde hubo violación, incesto, adulterio, fornicación, asesinato, conspiración y violencia.
Cuando le dice al hijo que el adulterio «conduce a la muerte», está pensando en su tragedia familiar. Él mismo vivió una situación similar, en su propia vida. El problema nuestro es que nos cuesta creer en este tipo de consejos en los momentos en que estamos sumidos en la nebulosa de la sensualidad y el placer.
Hay muchas formas de morir. Una de ellas es matar la confianza y la seguridad que ofrece el matrimonio. El hijo que ve sucumbir su hogar a causa de una decisión poco sabia de su padre y, oportunamente, de su madre; muere a la ilusión de encontrar un sentido a su propia vida matrimonial. De hecho, a muchos de los hijos de adúlteros les cuesta mucho creer en la posibilidad de fidelidad en sus propias vidas de casados.
La vida es hermosa cuando decidimos que lo sea. No hay personas perfectas. Nunca encontraremos a un hombre y una mujer que sean perfectos maridos o esposas; sin embargo, podemos hacer personalmente nuestro mejor esfuerzo por ayudar a nuestro cónyuge a ser feliz. El mejor antídoto contra el adulterio es la plenitud y la felicidad. Un hombre o una mujer feliz no buscarán compensar su falta de amor o felicidad en otra parte. En mi país suelen decir, que «el pollo que tiene maíz en su propio gallinero no va al cerco ajeno». El propósito de Dios no es únicamente librarnos del sufrimiento que es consecuencia inevitable del pecado, sino también salvarnos del pecado mismo.
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¿Hay algo que puedes o debes corregir para no transitar por este camino de muerte?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.
Que el Señor nos ayude a estar firmes ante las tentaciones y reataure a quienes han caído…Amén
Amen
En pocas palabras Dios aborrece el adulterio y la fornicación. Porque si queremos agradar a Dios, debemos reprender la tentación. Dios nos pide exclusividad. Porque Él nos sacó de Egipto (del pecado), nos sacó de casa de servidumbre y Él quiere que le sirvamos en santidad, Él quiere que le honremos, Él quiere que le demos la Gloria y dar la Gloria es que lo honremos en Santidad, es que vivamos para Él, es que nuestros cuerpos sean templo del Espíritu Santo, es que le digamos, Señor si la Biblia dice que yo no debo adulterar, yo no voy a adulterar, yo prefiero agradarte a ti, bendecirte a ti, amarte a ti y serte fiel en todo. Amén!
José el de la Biblia en Génesis, tuvo que lidiar con la esposa de Potifar, pues lo estaba tentando día a día. Pero José dijo: ¿haría tal pecado en presencia de Jehová? Y por eso se mantuvo y por eso, Dios lo honró para que llegara a ser segundo después del Faraón y Dios le dio riquezas, dinero, alegrías, posición, porque Dios miró un corazón fiel, Dios miró una persona que le amaba que se entregaba y que vivía para Él. debemos seguir su ejemplo.
Muchas gracias Juan, esto es un gran aporte basado en ls verdad de las Escrituras.