«Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino
de muerte». Proverbios 16:25.
¿Cómo se produce un adulterio? ¿De qué manera una persona fiel se convierte en infiel?
A menudo se hace aparecer el adulterio como algo que se produce de un día para otro. Sin embargo, ese concepto es falso. Nadie se convierte en adúltero de un momento a otro. Es un proceso que paulatinamente va transformando a una persona.
Es como un efecto dominó: Se inicia cuando alguien permite determinadas conductas o actitudes en su vida que propician y generan procesos que, posteriormente, culminan en la infidelidad. Ese recorrido puede durar -solapadamente- años.
¿Qué hace posible el proceso? Los factores son varios. El primero es la racionalización. Se buscan argumentos racionales y lógicos que convenzan a la persona de que lo que está haciendo no es tan malo como habitualmente se piensa.
En el contexto de racionalizar las conductas, la mente comienza a admitir, como válidas, ideas y conductas que en otro momento ni siquiera pensaría como posible. Poco a poco va jugando con ideas, conceptos y situaciones que crean las condiciones para poder actuar posteriormente. Es decir, en el momento en que se permite a lamente jugar con una acción pecaminosa, se inicia un proceso que, tarde o temprano, culminará en una acción.
Luego de la racionalización, viene el flirteo; el jugar con palabras, gestos y actitudes poco adecuadas con una persona que no es nuestro cónyuge. Eso genera el clima emocional propicio para que se dé el siguiente paso.
Se busca intencionalmente intimidad emocional. Convertimos a esa persona en confidente de nuestra vida y, al mismo tiempo, nos alejamos emocionalmente de quien debería ser el confidente natural: el cónyuge.
Una vez rota esa barrera emocional, es muy fácil caer en el adulterio. De ahí en más, es cosa de tiempo para que se produzca el encuentro sexual.
En el caso de muchos cristianos, todo este proceso va acompañado de un alejamiento progresivo y sostenido de Dios. Poco a poco, la persona se convierte en un individuo que parece no necesitar del
poder divino, cuando en realidad, al sentir eso, es cuando más necesitado está.
Este proceso puede durar años. Pero, si no se decide hacer cambios profundos para no racionalizar y mantenerse unido vivencialmente a Dios, es casi imposible detener un adulterio. Es como un tobogán. Hay un momento para regresar, pero llega un instante en el que no hay vuelta atrás.
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¿Cómo está tu vida en este proceso? ¿Permites la racionalización de tus actos?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.