A los justos los guía su integridad; a los falsos los destruye su hipocresía.
Proverbios 11:3
Hace algunos años atrás mientras paseaba por un centro comercial en Punta Cana, me acerqué a un puesto de ventas de Pinturas, en este lugar, la mayoría de los comercios vendes pinturas que por cierto son muy bonitas y de muy alegres colores, como es la cultura de este lugar. Al preguntar el nombre de quien me atendía, la respuesta fue: soy el Honesto Juan, después de una grata conversación con este comerciante, visualicé un alto grado de simpatía y humor, que me alegró la calurosa tarde. Mi esposa me rogaba que volviéramos al Hotel donde nos hospedábamos, pero la conversación con este señor me atraía mas.
La verdad que toda su conversación fue muy entretenida, pero no me convenció para que le comprara su pinturas, parte porque en su conversación no trascendía su nombre “honesto” y parte porque no era el momento de comprar nada.
En un diario de Bogotá salió la siguiente noticia: Hollman Cangrejo, un taxista en Colombia, que quedó discapacitado tras ser arrollado por un conductor borracho, se encontró una maleta con cinco millones de pesos en un centro comercial de Suba. A pesar de las necesidades que tiene al no poder trabajar, el buen hombre regresó el dinero a su dueño.
Este tipo de noticias de personas honestas aparecen de vez en cuando en las noticias y nos hacen pensar que sí existen buenas personas en este mundo.
En mi vida he tenido que viajar mucho, por mi trabajo y por placer, he conocido interesantes personaje de todo tipo, intelectuales, religiosos y políticos, y con el pasar del tiempo me quedo pensando en este singular nombre, “el Honesto Juan”. Quisiera de todo corazón que todas las personas de este mundo pudieran llevar este adjetivo con propiedad, “honesto”, pero desde la fundación del mundo esto no ha sido así. Solo nuestro salvador Jesús y pocos conocidos hombres y mujeres lo pueden llevar, se me vienen a la memoria la madre Teresa de Calcuta, El Padre Hurtado, Ghandi, Nelson Mandela entre otros.
Así, conocemos la desgracia de personajes importantes, que manosean esta palabra en su vida diaria, protegiéndose tras sus investiduras. No les interesa ni importan las desgracias que van dejando a su paso y su estela de dolor y la pérdida de la fe que esto provoca. Friedrich Wilhelm Nietzsche, famosos filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX, dijo: “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”.
Así estimado amigo, te invito a que tu puedas incorporar en tí este importante valor, no importa de que religión o creencia eres, lo que sí se es que eres un ser humano. La honestidad no es un valor exclusivo de los cristianos, es de toda la raza humana y por ello debemos cultivar este valor que dentro de ella se involucra el amor y la fe, principios básicos de todos los grandes pensadores de la historia. “A los justos los guía su integridad; a los falsos los destruye su hipocresía”. (Proverbios 11:3)
La honestidad es armonía entre el amor y la verdad, es vivir la vida auténtica sin caretas ni disfraces.
Ahora me despido deseando una gran bendición para ti y toda tu familia, que Dios te guíe y te guarde.
Rafael Arriaza, es Chileno / Español, MBA en Economía por la U. Autónoma de Madrid y Empresario en Chile