«Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios». (Éxodo 20:21)
Cada momento desafiante en la vida de Moisés, la enfrentó en soledad. En la cesta entre los juncos del Nilo. En el desierto, después de haberle quitado la vida a un egipcio. En la zarza que ardía, pero no se consumía. En el monte Nebo, caminando hacia su muerte. El texto nos refiere al momento en que Dios le hace entrega de las tablas de la Ley.
En soledad de humanos, pero en compañía de Dios. Lo importante, lo trascendente en la vida de los hijos de Dios, ocurre en soledad. En soledad con Dios. Cuando el sol se esconde, cuando el trajín del hogar desaparece, cuando el ruido del trabajo cesa, Dios busca ese encuentro personal, que trae paz, confianza y bienestar.
