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¿Esta Sola?

¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Isaías 49:15

 Alguien escribió: «Tú nunca  estás solo, ya que siempre te va a acompañar la soledad”. Yo quisiera aportar mi propia  versión: «La soledad  es el espacio de tiempo que transcurre desde el momento en que todos se van  y te quedas en la compañía de Dios hasta que alguien vuelve a interactuar contigo».

Una cosa es estar sola y otra muy diferente es sentirse sola, estar  rodeada  de gente  y, aun  así, sentirse abandonada u olvidada. Quienes se sienten solos  no aprecian la compañía ni la cercanía del prójimo. Lloran frente a la vida y la acusan de tratarlos con crueldad e indiferencia. Sin embargo, la soledad  puede  llegar a ser una buena compañera. Nos invita a la reflexión  y a contemplar nuestro  propio ser sin caretas, sin excusas. La soledad  podría llenarse de Dios y en ese caso deja ría de serlo. Cuando cada rincón del corazón se llene de luz, prácticamente se podrá sentir  la mano  del Padre que nos acaricia. La soledad, en este caso, viene a ser corno un espejo  que se coloca  frente  a nosotras para mostrarnos quiénes somos realmente.

Quien ha tenido  esa experiencia no teme a la soledad. La hace su aliada, su confidente y su mejor consejera. En reiteradas ocasiones Jesús buscó  retirarse a un lugar apartado con el fin de hallar  consuelo en la compañía de su Padre.  El Evangelio dejó  registrado uno de estos casos: «Después de despedir a la gente, subió a la montaña para  orar  a solas.  Al anochecer, estaba  allí él solo» (Mat.14:23).

Era una  búsqueda intencional que le proporcionaba bienestar  así corno refrigerio espiritual y emocional. Después de eso, el Maestro  volvía  a su  vida normal fortalecido.

Amiga, ¡tú no estás sola! Dios está  a tu lado. Únicamente él puede,  con su magnífica presencia, llenar el vacío que alguien nos deja. Recuerda la maravillosa promesa que Cristo nos hizo: «Yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu  de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero  ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará  en ustedes. No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes (Juan  14:16-18).

ERNA ALVARADO  es  especialista  en educación primaria   egresada de la universidad Católica de Chile. Se licenció en  psicología  educativa en  la universidad de Montemorelos. México y completó una  maestría en relaciones familiares en la misma universidad.

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