¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? ¡Aunque ella lo olvide, yo nunca me olvidaré de ti!” Isaías 49:15, RVR 95.
Llevo casi veinte años trabajando en la consejería de matrimonios en crisis. En todos estos años, he escuchado las más increíbles historias. Algunas situaciones me han provocado -literalmente pesadillas; otras me han reconfortado, al ver cuán noble puede ser el ser humano cuando permite que la presencia de Dios inunde su vida. Creo estar preparado para enfrentar las situaciones más sórdidas y difíciles. Sin embargo, en todo este tiempo, hay algo que no logré entender ni aceptar, por mucho que tenga una explicación teórica en mi mente:
El divorcio -en muchos casos- es una cuestión inevitable con la que hay que aprender a vivir. Sin embargo, hay un hecho que no deja de sorprenderme en el contexto de esta situación tan difícil, como es la ruptura de un matrimonio, y es la actitud que muchos padres -especialmente varones— asumen hacia sus hijos.
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Conozco a muchos varones que abandonan a sus familias de tal forma que no son capaces de darles ni un vaso de agua a sus hijos. En todo este contexto, las mujeres son las que a menudo se hacen cargo delos hijos y asumen el rol de proveedor exclusivo, y tienen que luchar lo indecible por sacarlos adelante.
Muchos varones son obligados por la justicia, y a regañadientes sueltan algún dinero para la manutención de sus hijos. Sin embargo, en el proceso no se hacen cargo de lo que significa criar a un niño.
Conozco casos de mujeres que caen en este mismo tipo de actitud, dejando el cuidado de sus hijos a su ex esposo, pero, son la minoría. La mayor parte de ellas asume que es cuestión de mujeres hacerse cargo de los hijos.-
He trabajado durante veinte años con jóvenes universitarios, y más de una vez he escuchado preguntas que no solo parten el alma, sino también llenan de indignación: ¿Dónde estaba mi padre cuando más lo necesité? ¿Qué hacía él cuando yo precisaba que alguien estuviese conmigo mientras lloraba?
Un hijo no solo necesita pan. También necesita que alguien lo vea marcar su primer gol en una cancha, que un adulto amable le diga lo que significan los cambios que van ocurriendo en su cuerpo, que le cure una raspadura provocada por una caída, que lo aliente cuando se enamora. Un padre ausente provoca un dolor indescriptible en la vida de un hijo. Lamentablemente estos padres ausentes no se dan cuenta de que, a la larga, son ellos los que más pierden.
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¿Estás presente en la vida de tus hijos? Aunque tu matrimonio no esté bien, ¿sienten tus hijos que no los has abandonado?
¿Has considerado estudiar las escritura o bautizarte?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués
