«¿Cómo, pues, haría yo este gran mal contra mi amo y contra Dios? (Génesis 39:9)
José, hijo de Jacob y Raquel, vendido como esclavo por sus hermanos a unos mercaderes ismaelitas, llega a Egipto como sirviente de un oficial de Faraón. Rápidamente llega a ser su mayordomo. José era de hermoso semblante y bella presencia. Y los seres humanos buscamos apropiarnos de lo bello. La esposa del oficial intenta seducirlo cada día. José responde las palabras del texto. Era su respuesta definitiva.
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La fidelidad de José se manifiesta en tres niveles: a Dios, en primer lugar, a quien aprendió a respetar desde su nlñez. A su señor, de quien se había ganado la confianza, de tal manera que no se preocupa conmigo.
Y, finalmente, a sí mismo. José, en la caravana que lo transportaba a Egipto, propuso en su corazón ser fiel a Dios en cualquier circunstancia.
Dios lo prosperó y llegó a ser gobernador de Egipto, el segundo cargo en importancia después de Faraón.
No fué un premio de Dios, sino la consecuencia de ser permanentemente aliado de Dios.
¿No quieres una vida semejante? Ya sabes el camino. Dios bendiga tu día.
Por: Cristian Balbontin. Adventista.
