Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,
Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,
Y tu potencia a todos los que han de venir,
Salmo 71:17-18
¡Grande es Jehová en su misericordia!! Querido amigo, alabo y doy gracias a mi buen Señor y también agradezco a todos mis amigos y hermanos que me acompañaron con sus oraciones, en esta semana que ha sido muy dura, especialmente para mi querida Sandrita, mi esposa que ha estado junto a mí por 54 años.
El pasado Sábado, Sandrita amaneció con terribles dolores en su espalda y estómago, así que la llevé al primer médico que nos pudo atender, esa mañana de Sábado. Sandra apenas caminaba y cualquier movimiento pegaba gritos de dolor.
El médico la revisó y llegó a la conclusión que sería una enfermedad en su colon o una divertículos en sus intestinos y nos remitió que nos fuéramos de urgencia a una clínica, donde después de varios exámenes nos dijeron que era un gran ataque de colon, les dieron una batería de remedios y nos mandaron para la casa.
A los días siguientes Sandra seguía cada vez con mas dolores, no podía moverse de ninguna forma, sus gritos de dolor eran terribles, así que la saqué como pude y la lleve a otro centro de urgencias. Yo como comprenderán, estaba desesperado, oraba y oraba a mi Señor por la mejoría de Sandra, también pedí a mis amigos y hermanos sus oraciones, agradezco enormemente sus apoyos, aquí se ve la verdadera hermandad.
En la nueva clínica de urgencias, la examinaron detenidamente, nuevamente todos los exámenes, y finalmente después de varias horas el médico me dijo: señor Arriaza, salió humo blanco, ya sabemos que tiene su esposa.” El gran dolor es la vértebra L1, lumbar, que está fracturada. Claro, así se explica el intenso dolor que sufría mi querida esposa. Le pusieron una faja, y se le quitó el dolor. Ahora anda por la casa con otro semblante sin mayor problema, el doctor dijo que en dos meses la vértebra debiera soldarse. Y el problema de su intestino mejoraba solo.
Querido amigo, estoy muy agradecido del médico, pero mucho mas con mi buen Señor que respondió a mis oraciones y las tuyas. Es aquí donde yo digo: Yo oré y mi Dios me respondió, alabado sea mi buen Señor. Confieso que estuve muy desesperado, le pedía a Dios que me contestara mis ruegos, pasé unos días y noches muy negros de dolor y desesperación.
Rafael Arriaza, es Chileno / Español, MBA en Economía por la U. Autónoma de Madrid y Empresario en Chile.
