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INUNDADO DE ALEGRÍA

«¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y la fragancia de tus perfumes más que toda especia aromática!»
Cantares 4:10, RVR 95.

Alguien se me acercó y me preguntó por qué amo a Mery. Me quedé mudo. No porque no tenga una respuesta, sino porque no tengo una sola forma de contestar. Me quedé pensando, y sé que no puedo dar una razón exacta. Son tantas cosas, y no lo digo porque no sepa qué decir, sino porque siempre temo que este tipo de preguntas termine opacando lo que realmente siento. Por una parte, no deseo pasar por egoísta al mencionar todas las cosas que Mery significa para mí. Pero, por otro lado, es innegable que su presencia significa algo en mi vida que resulta conmovedor. Su amor me envuelve y me hace distinto. A su lado, parece que la vida tuviese un sabor distinto. Todo parece ubicarse en su justa medida.

Me encanta su voz cuando está contenta. Esa forma tan especial que tiene de hablarles a nuestros hijos. La mirada picarona que pone cuando   está pensando en alguna travesura o en algún chiste. Las mil formas que tiene de decirme que me ama. Su alegría espontánea, su risa estentórea, su preocupación por los detalles, su manera tan sin guiar de encarar la vida.

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El amor nos hace ver la realidad con ojos distintos. Nos hace valorar los pequeños detalles. Las puestas de sol, las flores, el aire de la mañana, todo tiene un sentido diferente y cargado de una sensación de plenitud. Dichoso el que ama y es amado, porque todo lo que toca se convierte en algo especial.

Sin embargo, por absurdo que parezca, el amor no surge espontáneamente. No es algo que se produce de la nada. Cada pareja tiene que trabajar con su amor, así como un jardinero está constantemente cuidando jardín. Si el que cuida las plantas y las flores se deja estar, estas serán malezas por las malezas y por plagas indeseadas.

Una pareja que quiera madurar en su relación y crecer en amor tiene que hacer un esfuerzo sostenido y consciente para alimentar su relación, así como un jardinero cuida su jardín. Juntos han de quitar las malezas de los malentendidos, deberán estar atentos a las plagas de la indiferencia, la mentira y la deslealtad, que una vez que se instalan son muy difíciles de erradicar. Se precisa el abono de la empatía, el agua de la bondad y el sol de la amistad para que una pareja se mantenga en el tiempo.

Si alguien pensó que amar era tarea solo de sentir, se equivocó. El amor exige trabajo, abnegación, sacrificio y constancia. Solo así puede perdurar y sobrevivir a los embates inevitables de circunstancias difíciles que la vida indudablemente tiene.

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¿Estas alimentando la plantita del amor en tu relación de pareja?, Que estas haciendo para que el amor perdure en tu vida?

Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y  Teólogo. Chileno / Argentino,  Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador.  Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.

 

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