«Si algún hermano tiene una mujer que no sea creyente, y ella consiente
en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que
no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone».
1 Corintios 7:12, 13.
En el mes de abril del año 2001, la actriz y empresaria Jane Fonda presentó una solicitud de divorcio para poner fin a su matrimonio con el fundador de CNN, Ted Turner.
Esto no resulta muy extraño en el mundo del espectáculo y las comunicaciones, donde muchas personas que tienen éxito en el cine, la televisión y la farándula fracasan estrepitosamente en su vida conyugal. Lo novedoso de este caso es las razones esgrimidas para la separación. Turner afirmó que la ruptura matrimonial se debió, en parte, a que ella decidió convertirse al cristianismo.
En una entrevista concedida a la revista The New Yorker, Ted Turner afirmó que: «Ella simplemente llegó a casa y dijo: ‘Me convertí en una cristiana. Antes que eso, ella no era una persona religiosa. Ese fue un gran cambio; un anuncio así de parte de tu esposa de varios años. Es sorpresivo».
Parece extraño en un mundo en el que lo religioso no parece tener una gravitación tan importante en la vida de las personas. Sin embargo, a juzgar por esta situación, aún siguen pesando algunas conductas.
Cuando la religión es asumida como un estilo de vida que tiene hondo significado en todos los aspectos de la existencia, es muy difícil que no afecte al entorno. Una de las razones que presenta la Biblia para admitir el divorcio es, precisamente, la imposibilidad de que un n0 cristiano y un cristiano puedan vivir juntos, más por la intolerancia de quien no tiene a Cristo en su vida que por causa del creyente. De hecho, Pablo es explícito en señalar que, mientras el no cristiano lo permita, hay que quedarse a su lado, en tanto eso pueda servir como medio para su salvación.
No es fácil vivir con alguien que no tiene los mismos principios. Sin embargo, Dios puede dar las fuerzas para que lo difícil se haga más llevadero. Dos personas que no creen en lo mismo suelen vivir vidas diferentes. En muchos casos, la convivencia se vuelve algo complicado, por los estilos de vida.
Nadie tiene derecho a convertirse en juez de la vida de otro ser humano, menos si no está en los zapatos de él, experimentando la situación que le toca vivir. De todos modos, Cristo puede dar fortaleza, pero no puede obligar a un no cristiano a ser tolerante …
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¿Estás dejando que Cristo te fortalezca en tu vida con un no cristiano?
¿Entiendes que debes quedarte a su lado hasta que sea posible?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.