“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Romanos 8:28
En ocasiones escucho a amigos y parientes quejarse de su mala suerte, que tienen problemas con el Jefe, que tienen problemas financieros, que su hijo está enfermo, y muchos penas más.
¿Me pregunto, son ciertas las promesas de Jesús?
En mi personal experiencia la respuesta es SI, un si rotundo. He visto cosas asombrosas, por ejemplo, a un hermano que sufrió la envestida de las aguas en el norte. Vino el aluvión y se llevó todo a su alrededor, pero su casa quedo sin daños. Hermanos que sufrieron cáncer y que lograron salir de su dura enfermedad.
En el evangelio según san Mateo, nos cuenta que estando Jesús con sus discípulos vino una gran tormenta, pero Jesús reprendió al mar y el viento y la calma volvió. “¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar Lo obedecen?” (Mateo 8:26)
David nos dice: “Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación.” (Salmos 32:7)
Isaías nos asegura: “Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré.” (Isaías 46:4)
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Son muchas las promesas del buen Señor, lo único que nos pide que amemos a Dios. Pero ¿qué significa amara a Dios?, es casi muy obvia la respuesta. Cuando tenemos un auténtico amor a alguien y especialmente al Creador, lo normal es que al despertar lo saludemos, es decir oremos, le demostremos agradecimiento por sus bondades, sus bendiciones, es decir: la salud, el alimento, la familia, el trabajo, el hogar, etc. Y de paso aprovechamos de pedirle por nuestras necesidades.
Por amor a El, evitaremos acceder a las tentaciones que nos desvían, por ejemplo, actitudes y hábitos alejadas del camino de Dios. Es decir, malas compañías, y acciones que nos degradan y alejan la presencia de Dios y sus ángeles. Cuando entramos a una discoteca, algunos bares, lo que hacemos es dejar a nuestro Ángel de la Guarda afuera, a ellos no les gusta compartir estos lugares, y en ese momento es cuando no exponemos a los peligros.
Yo en mi personal experiencia, puedo asegurar que he tenidos muy grandes dificultades en mi larga vida, dos enfermedades mortales y una que solo fue superada por una complicada cirugía, para que tengas una idea, he sido operado en las rodillas, columna, ojos, vesícula, nariz, apéndice, y en todas me he recuperado bien.
Si Dios creó el mundo y el universo, nos envió a su hijo para librarnos de la muerte eterna, ¿No tiene el poder de liberarnos de todo mal? Claro que sí.
Además, dentro de las promesas de Dios, existen mas bendiciones eternas para quien ama al buen Señor, el apóstol Juan quien escribió las revelaciones para los últimos tiempos no dice en el libro de Apocalipsis (capitulo 21:3-10).
“ 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos. 4 Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas. 5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. 6 Y díjome: Hecho es. Yo soy Alpha y Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua de vida gratuitamente. 7 El que venciere, poseerá todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 8 Mas á los temerosos é incrédulos, á los abominables y homicidas, á los fornicarios y hechiceros, y á los idólatras, y á todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda. 9 Y vino á mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete postreras plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la esposa, mujer del Cordero. 10 Y llevóme en Espíritu á un grande y alto monte, y me mostró la grande ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios,
Entonces querido lector, ¿puedes tener un mejor amigo que Jesús?, creo que es lo mejor que te puede pasar, tener de amigo al buen Señor.
Que Dios te bendiga y en su infinito amor llegue esta bendición a todos los tuyos.
Rafael Arriaza, es Chileno / Español, MBA en Economía por la U. Autónoma de Madrid y Empresario en Chile