fbpx

LA EXCELENCIA DEL AMOR

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.


Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.


Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha.

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad;  todo lo sufre], todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.


El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;  pero cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará.


Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niño.
 


Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido.
 


Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

1 Corintios 13

 

UN CLAMOR UNIVERSAL
====================

Un matrimonio sin hijos visitó cierto día el orfanato de la ciudad con el propósito de adoptar a uno de los niños. Y, en la conversación que mantuvieron con el muchachito que deseaban prohijar, le mencionaron todas las cosas hermosas que podría tener en el nuevo hogar. Pero, para asombro de ellos, el chico les preguntó: «¿Y nada más que una linda casa, juguetes y ropa nueva voy a tener?»  «Bueno, ¿qué más te gustaría tener?», le preguntó entonces la señora. A lo que el niño respondió: «Solo quiero que me amen”.

La espontánea palabra del chico encierra el gran clamor de la humanidad. Es cierto que nos atraen los bienes materiales, y que luchamos por adquirirlos. También es verdad que nos empeñamos por abrirnos paso y por conquistar una posición en la vida. Pero, si todas estas ventajas no van acompañadas por la seguridad de que somos amados, ¿qué valor tienen para darnos un poco de felicidad? Es que la mayor motivación de la vida, y lo que realmente la sustenta, ¿no es acaso la certeza de que somos apreciados por los demás?

Prodiguemos a nuestros hijos toda clase de comodidades; pero , si les retiramos el amor, vivirán desdichados y neuróticos. Brindémosle a nuestra esposa todos los elementos del confort moderno; pero , si la dejamos sin cariño, no podremos hacerla feliz. En verdad, ¿no es la ausencia de este afecto sincero la causa de la mayoría de los problemas humanos? Solo el poder del amor genera bienestar y armonía entre los miembros de la familia humana.

Enrique Chaij nació en Buenos Aires (Argentina), en 1933. Se graduó en Teología en el Colegio Adventista del Plata. Trabajó como instructor bíblico, redactor de la ACES (Asociación Casa Editora Sudamericana), evangelista y director de Relaciones Públicas y Comunicación de la Asociación Bonaerense (de los Adventistas del Séptimo Día en Argentina). Fue pionero en el área de las comunicaciones adventistas. Es el creador del micro programa radial “Una Luz en el camino”

Deja un comentario