LA FELICIDAD

Pacientemente esperé a Jehová,
    Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Salmo 40:1-2

Hace dos años atrás, antes de la pandemia, me encontré con Luis, mi compañero de la Universidad, como siempre fue una grata sorpresa. Como ya habían pasado muchos años nos costó reconocernos, de inmediato, nos fuimos a un café a conversar de nuestras vidas.

A él le había ido muy bien una linda esposa y dos hijos, un regia casa en un buen barrio, la empresa era internacional, estable con muy grato ambiente. En su cara se veía la tranquilidad de haber encontrado y realizado su vida. Luis es un hombre correcto, muy educado y de buena costumbres.  Así que mientras contemplaba su cara de persona realizada,  se veían algunas arrugas en su rostro y pelo cano, por el paso de años años.

Así estuvimos conversando por casi dos horas, ambos muy contentos de habernos encontrado, se alegró mucho de mis progresos y viajes que yo he hecho en el extranjero. Finalmente cada uno partió nos despedimos como siempre decimos; “bueno nos llamamos y nos reunimos en casa”.  La verdad que con la vorágine de la vida nunca fue, nos dejamos de ver, hasta que una noche recibí un llamado, era Luis, me contaba que estaba pasando por una grave situación, los habían despedido de la empresa a causa de la pandemia y no sólo esto, había contraído la enfermedad y había quedado con algunas secuelas.

¿Ahora quien me dará trabajo? ¿Dónde me darán empleo a mi edad y mas encima con mis problemas de salud?

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Estas preguntas me derrumbaron, como cambió la vida! ¿cómo pueden pasar estas cosas en las personas?

He buscado la explicación en las escrituras, que es mi manual de vida, donde puedo encontrar respuesta a todas mis inquietudes.

Y si,  efectivamente existe el libro Eclesiastés, tambien llamado «Libro del Predicador», en el antiguo testamento de la Biblia.  Aquí el predicador nos dice:

“hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”:

“un tiempo para nacer,
    y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
    y un tiempo para cosechar;
³ un tiempo para matar,
    y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
    y un tiempo para construir;
⁴ un tiempo para llorar,
    y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
    y un tiempo para saltar de gusto”.

Y el libro sigue describiendo  que todo tiene su tiempo, como;  la guerra y la paz, odiar y amar, hablar y callar, sembrar y cosechar, así es, todo tiene su tiempo, y la felicidad tambien se incluye; tiempo para reir y tiempo para llorar.

Entonces, ¿Que nos queda a los cristianos?. Solo aferrarno a las promesas de Jesus.

“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”.
— Juan 16:33

David nos dice: Salmo 27-1
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”

Nahúm: 1:7

“Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.”

Querido amigo, esto que te digo es una verdad. La felicidad no es un estado permanente, pasamos por buenos y malos tiempos. Pero nuestra relacion con el Creador, la fe y la esperanza es lo que nos da una vida diferente. Yo he pasado por momentos muy dificiles, pero siempre el buen Señor me ha acompañado y me ha sacado del abismo de la aflicción. La oracion permanente con el Señor nos ayuda a salvar los malos momentos.

Que Dios te bendiga y tambien a tu familia, en estos malos tiempos que estamos viviendo.

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Estimado amigo, si estas pasando por un mal momento, si la tristeza te alcanzó, escríbenos, con mucho gusto te apoyaremos.

Rafael Arriaza, es Chileno / Español, MBA en Economía por la U. Autónoma de Madrid y Empresario en Chile y adventista.