fbpx

LOS HIJOS QUE NOS FORMAN

«Honra de los hijos son sus padres».
Proverbios 17:6.

Ayer fue un día especial en la vida de mi hijo: a la edad de 14 años, por primera vez se afeitó. Hace meses que quería hacerlo. Le habíamos dicho que esperara un poco; que luego tendría toda la vida para hacerlo. Pero, al fin, compramos juntos una máquina de afeitar y le di, junto al espejo, una clase de afeitada. Mientras él, impaciente y feliz, pasaba la máquina rasuradora por su cara, yo no dejaba de sonreír. Miles de pensamientos se arremolinaban en mi mente. ¡Pensar que hace tan poco tiempo tenía que cambiarle los pañales!

Creo que el crecimiento de los hijos a quienes más sorprende es a los padres. Ellos viven cada momento como una aventura en la que se van adentrando y tomando decisiones; sin embargo, los padres van observando, en contraste, el proceso que se va dando en sus hijos y también en ellos mismos.

¿Por qué Dios inventó que tengamos hijos? No creo que haya sido porque él precisaba de nosotros o porque no había otra mejor forma. De hecho, si Dios hubiese querido, habría podido realizar una creación constante de nuevos seres humanos.

La razón de Dios tiene que ver con un diseño que permite a los seres humanos desarrollar cualidades de carácter difíciles de adquirir de otro modo. Un hijo exige responsabilidad, compromiso, empatía, bondad, abnegación, amor y sensibilidad. Dichas características no se aprenden en los libros. Los hijos son la mejor escuela.

En cierto modo, la razón por la que Dios nos hizo procreadores fue para darnos la oportunidad de crecer y, en cierto modo, entenderlo a él.

Suelo decir que mi vida tiene un antes y un después del nacimiento de mis dos hijos. Con Mery Alin, he aprendido a ver y entender muchas cosas que de otro modo no me habría sido posible; de hecho, todas mis investigaciones y escritos sobre la mujer surgieron fundamentalmente después de su nacimiento, cuando me puse a pensar en las oportunidades reales que tendría como ser humano. Con Alexis Joel, he experimentado lo que significa la admiración, el cariño incondicional y la frescura de alguien que está a tu lado constantemente exigiéndote que seas lo mejor de ti mismo porque alguien procura imitarte.

Los hijos son un obsequio de Dios para ayudarnos a ser mejores seres humanos. Es obvio que, en el proceso, también ellos deben recibir lo mejor de nosotros mismos. Es un puente de ida y vuelta, en el que padres e hijos se ayudan mutuamente a crecer.

~~~~~~oo~~~~~~

¿Entiendes lo maravilloso de Dios al crear este diseño? ¿Estás siendo para tus hijos todo lo que Dios quiere que seas para ellos.

 Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y  Teólogo. Chileno / Argentino,  Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador.  Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.

feliz-ano-nuevo-sombrero_thumb[1]

2 comentarios en «LOS HIJOS QUE NOS FORMAN»

  1. Me gusto mucho el tema, en estos momento que mi papá esta enfermo en cama e tenido que darle su comida y pienso cuando yo era pequeño, cuantas veces el siendo un joven me alimento de la misma manera que yo lo estoy haciendo ahora, que es maravilloso contar con este padre que durante mi vida me enseño tantos valores y cosas interesantes para lograr ser un buen hijo de Dios.

    Responder
    • Querido amigo y hermano: Lamento mucho la situación que esta pasando y mas por tu muy querido padre. Efectivamente, a veces se invierten los papeles de la vida y tenemos que atender a nuestros padres como cuando nosotros éramos pequeños e indefensos. Te adjunto unos pasajes de la Biblia, que te ayudarán en estos momentos:
      «Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre;
      no lo abandones mientras tengas vida.
      Aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él;
      no lo avergüences mientras viva.
      Socorrer al padre es algo que no se olvidará;
      será como ofrecer sacrificio por los pecados».

      Eclesiastés 3: 12-14
      Desde aquí te digo que mi familia estará orando por ti, tu familia y el Tata.
      Bendiciones.

      Responder

Deja un comentario