No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia
(Isaías 41:10).
Recuerdo mi niñez con gozo. Todos nuestros juegos comprendían risa y creatividad. Rara vez captaba las consecuencias físicas o emocionales que estas actividades podían infligir en otros niños. Una de las travesuras que recuerdo muy bien era la de quitar una silla de debajo de alguien, en el momento exacto en que se iba a sentar. La víctima que caía generalmente parecía quedar dislocada. En algunas oportunidades, las víctimas se reían para ocultar su vergüenza en un intento por desanimar nuestro entusiasmo.
Que juego tan peligroso! Dependiendo de la forma en que la víctima cae, se pueden producir heridas serias. Esto puede traer como resultado sentimientos de injusticia y vergüenza, especialmente cuando estas acciones ocurren repetidas veces. Como adulta, ahora he sido sorprendida, y he visto a otros en la misma situación, cuando nos sacan la silla antes de sentarnos. No es casualidad que escuchemos el término: «Mover el piso» cuando ocurren circunstancias inesperadas. Cuando no obtenemos un empleo o cuando somos despedidas, cuando un hijo se enferma seriamente o está involucrado en una situación peligrosa, cuando somos traicionadas por otros, o personas que amamos nos defraudan y todo parece fuera de control, nos preguntamos: «¿Por qué a mí?»
Una vez más me quitaron la silla antes de sentarme, pero esta vez no me caí. Me di cuenta de que todavía estaba en pie. Fue sorprendente tener la seguridad de que podía permanecer de pie. Aunque estaba sobre un abismo profundo de mi vida, y lógicamente debía haber caído, no tuve temor porque el Señor estuvo allí, para ayudarme y sustentarme con la diestra de su justicia.
Estimado amigo y amiga hermanos en Jesucristo, Dios nos invita a dejarnos guiar por su mano, aunque no la veamos físicamente en nuestras vidas. La oración y la fe necesitan ser parte de nuestro continuo caminar. Debemos dejar de mirar nuestros problemas, pensando que no hay solución. Con Dios, paso a paso, podemos lentamente recuperar nuestro equilibro y descubrir la seguridad maravillosa de continuar siendo sustentadas por la mano de nuestro Padre.
Ana Paula Costa Teixeira de Paiva
Ana Paula yo estoy viviendo esos momentos en que Dios me ha puesto firme la silla despues de que me la sacaron al inicio crei caer pero el me afirmo y hoy veo que con su mano todos los dias me da sustento para soportar los malos momen gracias por tus palabras y que Dios te bendiga
Hola Harry: Nos alegramos mucho que el buen Señor te sostenga en su mano. Bendiciones