“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.”
Apocalipsis 3:15-16
Vivimos días donde la indiferencia espiritual ya no es una opción. Ser tibio es vivir en una ilusión de autosuficiencia, creyendo que no necesitamos nada, cuando en realidad estamos vacíos, ciegos y desnudos delante de Dios.
Cristo nos dice:
“Tú dices: ‘Soy rico, me he enriquecido y no tengo necesidad de nada’. Pero no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo…”
(Apocalipsis 3:17)
Este mensaje no es de condenación, sino de amor. Jesús no nos deja en nuestra condición. Nos aconseja buscar en Él el verdadero oro refinado en fuego, vestiduras blancas que cubran nuestra vergüenza, y colirio para sanar nuestra ceguera espiritual.
Hoy, Él está a la puerta y llama.
Cristo dice:
“Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20)
Querido amigo, esta con Jesus?
Jesús fue claro:
“El que no es conmigo, contra mí es” (Mateo 12:30).
No podemos mantenernos neutrales. El mal avanza como una pandemia invisible que se filtra en todos los ámbitos: la familia, el hogar, el trabajo, los medios de comunicación y las redes sociales. La violencia, la corrupción, la inmoralidad ya no escandalizan; se han vuelto “normales”.
Y mientras el enemigo siembra confusión, muchos cristianos permanecen cómodamente en su zona de confort, tibios, sin tomar posición.
Es tiempo de despertar
Este es un llamado urgente al arrepentimiento. Jesús no rechaza al que se vuelve a Él con sinceridad. Él reprende y disciplina a los que ama.
“Sé, pues, celoso, y arrepiéntete.” (Apocalipsis 3:19)
No dejes que el ruido del mundo apague la voz de Dios. Hoy, más que nunca, necesitamos decidir de qué lado estamos. El tiempo se acorta, y la tibieza espiritual no tiene lugar en el Reino de Dios.
Rafael Arriaza