Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, cundo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? y cundo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? O cundo te vimos enfermo, o en la cárcel y vinimos a ti? (S. Mateo 25:37-39).
Somos mujeres, el sexo «débil» ¿correcto? Sin embargo, de vez en cuando aparece la bostoniana que hay en mi: Solo los negocios, siempre apurada. ¡Vamos, vamos, vamos! fue todo lo que pude pensar mientras miraba a la cajera conversando con la clienta que estaba delante de mi. Lo que es peor, verbalicé esos pensamientos. «Desearía que se apurara para poder irme de aquí», le susurre a mi esposo, mientras poníamos la mercadería en la cinta. La respuesta volvió, precisa y tajante: «Está llorando», susurró mi esposo. ¿Cómo pude ser tan insensible?
Cuando pensé que estaba mal, se puso peor. Mi esposo y yo decidimos pagar su cuenta. Misión cumplida, pensé mientras continuaba sacando la mercadería de nuestro carro, y mi esposo pasaba su tarjeta. Entonces me di vuelta, justo a tiempo para captar su mirada sorprendida. Sus ojos me preguntaban: ¿Que estas haciendo? Pero, como el mensaje de su mirada no era suficientemente claro para mi, tuvo que expresarlo en palabras: «abrázala!» ¡Por supuesto!
Después de recuperarme de la respuesta amorosa, comprendí por que la cajera se había tomado tiempo de ir mas allá de los limites de su empleo. Ella se tomó el tiempo de ver un corazón humano y encargarse de él.
Mientras mi esposo terminaba de pagar la compra de ella, yo frotaba su hombro. Ante este gesto, ella cayó sobre el mío y comenzó a llorar. La llevamos afuera, oramos por ella y le dimos palabras de animo. Antes de despedirnos, ella tomó mi mano y me dijo: «Nunca te olvidare”: Yo podría haberle dicho: «Tu me hiciste recordar que Jesús se toma el tiempo de fijarse en mi, responder mis oraciones, consolarme y escucharme. Nunca esta demasiado ocupado para mi». Pero todo lo que le dije fue: «Yo tampoco te olvidare».
Si, de alguna forma siempre estamos demasiado ocupadas para detenernos, mirar y escuchar alguna oportunidad para devolver algo al Señor. Algunas veces, nosotras, las cristianas, estamos tan atrapadas en la vida diaria que nos perdemos lo que ocurre a nuestro alrededor.
LaToya V. Zabala, LaToya ha servido al Señor durante muchos años, principalmente como misionero, maestro y líder de la juventud en México, Kazajstán, y los EE.UU.
Hermoso testimonio, siempre la misericordia nos trae bendición, la falta de ella deja el corazón vacío
Hola Juan, Gracias por tu comentario. Bendiciones