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EL PESO DE UNA ORACIÓN

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Mateo 7:7

Louise Reciclen, una mujer pobremente vestida y con una expresión de derrota en el rostro, entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy humilde le preguntó si podía fiarle a algunas cosas.

Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que tenían siete hijos, y que necesitaban comida.
John Longhouse, el abarrotero, se mofó de ella y le pidió que saliera de la tienda.
Visualizando las necesidades de su familia, la mujer, le dijo:
-«Por favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda».
John, le dijo:
-¡No puedo darle crédito, porque usted no tiene cuenta con la tienda!

Junto al mostrador había un cliente que escuchó la conversación. El cliente se acercó al mostrador, y le dijo al abarrotero que él respondería por lo que necesitara la mujer para su familia.
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El abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenia una lista.
Louise, respondió:
– ¡Sí señor! «está bien», -le elijo el abarrotero-, ponga su lista en la balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancía. después sacó una hoja ele papel de su bolso y escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto con la cabeza baja.

Los ojos del abarrotero se abrieron en asombro, al igual que los del cliente, cuando el plato de la balanza bajo hasta el mostrador y se mantuvo abajo.
El tendero, mirando fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente, y le dijo:
– ¡No puedo creerlo!
– El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato ele la balanza.
La balanza no se movía, así que siguió llenando el plato hasta que ya no tenía más espacio.
El abarrotero vio lo que había puesto, completamente disgustado.
Finalmente, quitó la lista del plato y la vio con mayor asombro. No era una lista de mercancía. Era una oración, que decía:
– «Señor mío, tú sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos».

El abarrotero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y en silencio.
– Louise le dio las gracias y salió de la tienda.
El cliente le dio a John un billete de cincuenta dólares, y le elijo:
-¡Realmente valió cada centavo!

Querido lector, ¿practicas tú, la oración?, ¿crees en la oración y la respuesta del buen Señor?.

En el libro de Reyes 3:28, el Señor nos dice:
«Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oraciónque tu siervo hace hoy delante de ti»;

También puedes lee en ka epístola de Santiago 5:15.
«Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.»

Si querido amigo, la fe y la oración son el camino para recibir las bendiciones del Creador, El te cuida y te bendice todos los Dias de tu vida.

Historia extraída de “Cuentos del Alma”, Rafael Arriaza, es Chileno / Español, MBA en Economía por la U. Autónoma de Madrid y Empresario en Chile

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