«En su amor recréate siempre». Proverbios 5:19.
El sexo y el amor no son -necesariamente-la misma cosa. Es posible encontrar sexo sin amor y algunos suponen que es posible el amor sin sexo.
Si la sexualidad no está ligada a algo más que mera genitalidad, más temprano que tarde termina deteriorando la relación de una pareja. La televisión, los medios de información, la literatura y los mitos populares han convertido a la sexualidad en una cuestión de maratones relacionadas con el orgasmo, que nada tienen que ver con la realidad.
«Es mucho más fácil hablar de sexo que de amor’: Es más sencillo referirse a biología de la sexualidad que al erotismo. Muchas parejas conocen la unión genital, pero no llegan a experimentar nunca la sensación de plenitud que da el erotismo puro y complejo que hace exclamar al protagonista de Cantar de los Cantares: «Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían» (Cant. 8:7). Y no está hablando del amor de Dios como suponían los medievales, sino de erotismo. De la expresión sublime de un varón y una mujer que se entregan a una sinfonía de placer y sensualidad que los lleva a experimentar la alegría de saberse cuerpos que sienten y que experimentan entre sí.
El sexo sin amor es solo una función mecánica. Una rítmica gimnasia corporal que lo único que provocará es una ilusión: la fantasía de que el orgasmo es el fin último de la sexualidad.
La Biblia habla de «recreación» (Prov. 5:19) para referirse a la relación sexual de una pareja. A muchas personas les produce problemas el pensar en la sexualidad relacionada con el goce sensual. Pero, en el diseño divino, fuimos creados para sentir. Y no solo para comer o beber, sino también para experimentar la agradable sensación de que otras manos recorran nuestro cuerpo y lo palpen cada centímetro. Algunos califican esta acción de morbo. Sin embargo, lo morboso se relaciona con la perversión de los sentidos, no con la expresión auténtica y alegre de los amantes que utilizan su cuerpo para expresar sus más íntimas emociones.
Para que la sexualidad se exprese de una manera plena, necesita el resguardo del amor. El amor crea el clima adecuado para la manifestación plena de la sexualidad. Le da, a la pareja, la sensación emocional y cognitiva de ser aceptados, queridos, y respetados. Provee el marco emotivo adecuado para que la persona se sienta digna de ser.
Todo ello como consecuencia del amor. Sin amor, hay sexo, pero no sexualidad.
¿Estás viviendo plenamente la sexualidad o es mera genitalidad?
¿Entiendes verdaderamente que la base de la sexualidad es el amor?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.