«Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo
digo esto respecto de Cristo y de la iglesia». Efesios 5:31,32.
Vivimos en una época hipersexualizada. La sexualidad nos aborda en todos lados. A cada instante nos vemos sometidos a estímulos que apelan a la sexualidad. En este contexto, es fácil a veces confundir las cosas.
Sexo y amor no necesariamente van de la mano. Es posible tener experiencias sexuales sin amor. De hecho, millones de personas han convertido la sexualidad simplemente en un contacto físico, más que en la relación entre dos personas.
Sin embargo, cuando la sexualidad está desprovista de amor, se convierte a la larga en una mera sensación física desprovista de sentido. Muchos experimentan su sexualidad vacíos de significado porque han perdido de vista un principio esencial: el amor.
Cuando se ama, el encuentro sexual adquiere un sentido profundamente enriquecedor. Permite que las personas se aprecien como valiosas en sí mismas, y no como meros medios de obtención de placer momentáneo.
Dios creó el sexo. Lo hizo para que, en el estado matrimonial, el varón y la mujer encontraran un medio de satisfacción y comunicación no comparable con nada que hayan experimentado antes. Fue dado para ser ejercido solamente en el matrimonio. Cuando la sexualidad se practica fuera del estado matrimonial, va perdiendo su riqueza constitutiva. Va haciendo que los recuerdos de experiencias sexuales impidan llegar a un verdadero encuentro con nuestro cónyuge.
Tú esposa o tu esposo es un regalo de Dios. Amar es un obsequio divino, que tiene por objeto ayudarnos a experimentar la belleza del amor celestial. En el encuentro profundo y abierto con nuestro cónyuge, una vislumbre de lo que significa plenamente el amor de Dios.
De hecho, la Biblia compara la unión sexual entre el esposo y la esposa con la relación que él establece con la iglesia. Un misterio que no podremos resolver plenamente, pero que nos permite vislumbrar que tiene un sentido profundamente espiritual. La solicitud que Cristo tiene para con la iglesia es la misma que debería tener el esposo con la esposa. Respetar, dignificar, ennoblecer, cuidar, valorar, proteger, etc., son algunos de los conceptos que la Biblia utiliza para referirse a la relación entre él y la iglesia, y deberían ser los principios, frutos del amor, que guíen la conducta de esposo y esposa.
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¿Qué carácter tiene la sexualidad en el contexto de tu matrimonio? valor le asignas a tu esposa o tu esposo en este contexto? ¿Hay dignidad, nobleza, desprendimiento, abnegación, cuidado, en la relación que ambos establecen?
Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y Teólogo. Chileno / Argentino, Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador. Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.
Excelente el tema de hoy gracias por enviarme lo saludos bendiciones.
Muchas Gracias German