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UN CORAZON AGRADECIDO

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18).

En tiempos de bonanza, es fácil alabar a Dios y darle gracias por sus bendiciones.Sin embargo, en los momentos en que atravesamos por pruebas se nos hará mucho más difícil. El Señor nos dijo que debemos dar gracias por todo lo que nos suceda. ¿Cómo se logra esto?

Al principio de mi vida cristiana, se me hada muy difícil agradecer a Dios por las pruebas que me afectaban. Pero, al leer repetidas veces el versícu lo para el día de hoy, comencé a darle gracias a Dios porque me di cuenta de que, si nuestras vidas le pertenecen a él, todo lo que nos suceda será porque el Señor lo aprueba.

Él permitió que Job sufriera ca lamidades y enfermedades. Si Job no hubiera tenido un espíritu de agradecim iento habría compartido la actitud que manifestó su esposa cuando dijo: «¡Maldice a Dios y muérete!» (Job 2:9).

Me imagino que a José le fue también difícil dar gracias tras haber sido vendido como esclavo por sus propios hermanos. Sin embargo, Dios tenía un plan para la vida de José, y en su momento él lo llegó a entender. A sus hermanos se lo explicó diciendo: «Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encam inó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente» (Gén. 50:20).

La ingratitud parece ser cada vez más el sello distintivo de nuestra época. Jesús quiso que recordáramos la necesidad de dar gracias, cuando seña ló que de los diez leprosos sanados solamente uno regresó para dar las gracias. «¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están?» (Luc. 17:17). Los leprosos se sentían tan contentos por haber sido sanados que olvidaron reg resar para darle las gracias a Jesús.

Decidamos hoy vivir agradecidas a Dios, mientras estimulamos a los demás para que hagan lo mismo.

AUTOR: Shimet Wellington

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