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LUNA DE MIEL PERMANENTE

«Cuando alguno fuere recientemente casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa le ocupara; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomo».
Deutoronomio 24:5.

 ¿ Recuerdas cómo fue tu luna de miel? ¿Qué imágenes evocas en tu mente cuando te acuerdas de ese momento?

Para Mery y para mí, todo era nuevo. Vivimos ese momento con plenitud. Planeamos cada detalle. No solo íbamos a dormir por primera vez juntos, sino también había muchas otras cosas que por primera vez experimentaríamos los dos. Nos prestaron una casa en el sur de la República de Chile, de unos familiares que habían tomado vacaciones. Pasamos varios días inolvidables. Fueron momentos extraordinarios.

Hubo muchas cosas para recordar como primera vez: la primera vez de vernos desnudos; la primera vez de sentirnos como marido y mujer; la primera vez que despertamos juntos en la mañana; la primera comida que Mery preparó solo para los dos; la primera vez que nos presentábamos como matrimonio. Para eso es la luna de miel, unas vacaciones para experimentar una «primera vez» y construir una vida a partir de ese momento, que será recordado como un inicio de un proceso de vida.

El versículo de hoy nos habla de una luna de miel al estilo de Israel, pero duraba un año. ¡Un año! ¿Te imaginas? Durante todo ese tiempo, el novio estaba eximido de cualquier obligación civil. Incluso, en la tradición judía, se enseñaba que durante ese año estaba libre de trabajar; los amigos y las familias respectivas los alimentaban. Tenían que, simplemente, estar juntos.

Pasear, conversar, tener relaciones sexuales, jugar, descansar. ¡Qué vida! Pero lo más extraordinario de todo esto es que Dios inventó esta luna de miel. Fue una orden directa de Dios. En el plan divino, se contemplaba que la pareja debía estar mucho tiempo juntos en ese comienzo, por una simple razón: el inicio marca lodo el proceso. Todo lo que viene a continuación está condicionado por el comienzo.

A veces olvidamos la importancia que tienen los comienzos. Pero Dios, que nos creó, sabe cuán trascendente es iniciar el proceso de una manera tal que pueda ayudar a todo el devenir posterior.

Cuando he atendido a alguna pareja en crisis y han salido de su problema, siempre les digo que planifiquen una nueva luna de miel.

Un momento en el tiempo que puedan recordar como un inicio de un nuevo proceso. Los seres humanos necesitamos esos hitos que nos recuerden los inicios de un camino.

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¿Estás necesitando una luna de miel? ¿Qué impide que dejes un espacio de tiempo para que te vayas junto a tu esposa o tu esposo lejos de todos, para estar solos y gozando de su mutua compañía.

Miguel Ángel Núñez: Escritor – Conferenciante – Orientador y mediador familiar – Docente y  Teólogo. Chileno / Argentino,  Profesor universitario. Ha dado clases en Chile, Argentina, Perú y México. Ha sido profesor invitado para universidades de Colombia, Ecuador, Venezuela, España, EE.UU. y El Salvador.  Ha publicado a la fecha 54 libros en castellano, inglés y portugués.

2 comentarios en «LUNA DE MIEL PERMANENTE»

    • Estimado Esteban: Extraña pregunta. Por supuesto que pueden y deben ir de luna de miel, en un hotel, casa o donde sea un ambiente cristiano. Bendiciones.

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