Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas.
Mateo 9:36.
En cierta ocasión llevé a arreglar un par de zapatos, pero cuando fui a buscarlos no estaban listos. Vez tras vez el zapatero no los tenía.
Me sentía frustrado. Pensé decirle que era un irresponsable, y luego retirarle los zapatos. Pero el hombre, ya entrado en años, tenía algo que me impedía regañarlo. No sabía qué era; no podía explicarlo. Él siempre ponía excusas, de tal manera que me iba sin decirle nada. Una vez le aconsejé, con amabilidad, que no se comprometiera con tantas cosas, a fin de que pudiera cumplir con sus clientes. Pasaron casi dos meses, y nada. Incluso se ausentó de su negocio durante unos días. Pero cuando nos vimos de nuevo, me contó sus problemas. Apenas pude contener las lágrimas cuando escuché su historia.
Cuando le pregunté por su hijo, que era un jovencito muy atractivo que había trabajado en la zapatería durante un tiempo, me dijo que había fallecido. Ocurrió que el joven conducía a alta velocidad por la autopista cuando fue detenido por un policía. Cuando el oficial se acercó al automóvil, el joven se disparó un tiro en la cabeza. Además, hacía poco que otro de sus hijos se había quitado la vida. Yo no podía creer todo lo que este pobre hombre había estado sufriendo. En fatal coincidencia, también por ese tiempo habían muerto su hermano y su hermana.
Pero aun así, ¡este hombre siempre había tenido una sonrisa en su rostro! Incluso cuando me quejaba porque no estaban listos mis zapatos, se mostraba cortés y positivo. Quizás eso era lo que me indujo a tratarlo con respeto. Me contó que había perdido muchos clientes; y me agradeció porque le había tenido paciencia.
Dios me enseñó una lección vital: no herir a las personas, pues no sabemos los motivos que las impulsan a actuar como lo hacen. Debemos animar a las personas, y no ahogarlas en sus penas y dolores. Seamos como Jesús: compasivos frente al dolor, y pacientes ante los retrasos inesperados o incomprensibles.
Por favor, Jesús, ayúdame a mirar a las personas con compasión, y a no hacerlas sentir mal.
Alina Careaga – Jardines DEL ALMA – Recopilado por: DIANE DE AGUIRRE
hermoso…. mensaje, es la realidad que a muchos de nosotros nos pasa en algún momento….nos enojamos y no recapacitamos……es un historia que te hace meditar y ser mejores personas con personas que tal vez no conozcamos……
gracias…..
Hola Marjorie, Muchas gracias por tu comentario. Bendiciones.
Estimados,
Creo en dios sobre todas las cosas, pero no me identifico con una religión específica. Ahora bien, no sé cómo ni cuándo empecé a recibir estos mensajes que a menudo están llegando a mi correo, pero creo que tienen una finalidad específica, es decir los leo siempre y creo que me entregan el mensaje esperado.
Por favor, sigan igual
Saludos.
Estimado amigo, le agradezco su buena disposición. Nuestros mensajes no tienen mas objetivo que nuestro propio lema: «Amor y Esperanza para quien lo necesite». Un gran abrazo y grandes bendiciones.
Buenas tardes.No dejes de hechar tu pan sobre las aguas y despues de mucho tiempo Dios lo recojerá Martita
Querida Martita: Muchas gracias por tu consejo.
Aprovecho de pedirles a todos nuestros queridos lectores que oren por tu pronta recuperación, que el eterno te de salud, paz y y ponga su mano sobre ti y tu marido y haya mucho amor. Bendiciones.